Son las 11 de la mañana en Castellón, España, Álvaro se levanta un poco cansado, pero entusiasmado. Es Semana Santa y junto a varios estudiantes de intercambio prepararon una comida donde cada uno tenía que llevar algo típico de su país. Álvaro se decidió por las sopaipillas y los calzones rotos, así que tuvo una larga noche entre llamadas con la mamá y tutoriales de YouTube.
Eran alrededor de 25 personas en un departamento pequeño. Cada uno iba llegando con comida de todas partes de mundo: “Fueron saliendo lasañas italianas, salsas griegas, estofados y postres rusos, fajitas de México, empanadas de Argentina, carbonada de Irlanda y así, muchas más cosas. Después mucha música de todos los países. Yo puse cueca. Fue demasiado entretenido”, cuenta.
-¿De dónde nace la idea de estudiar en el extranjero?
Por el trabajo de mi papá viví un año en el extranjero, en Washington DC. Ahí hice tercero medio y me interesó mucho el tema de la cooperación internacional que se veía ahí, con las bases de la ONU y la OEA. Incluso por eso decidí entrar a estudiar Administración Pública y siempre estuvo en mis planes postular a una beca y poder conocer más sobre cooperación internacional y específicamente la Unión Europea, que es uno de los mejores ejemplos de colaboración internacional que hay en el mundo.
-¿Qué te motivó?
Siempre estuve motivado, lo tenía como una meta clara. Incluso esta no era la primera vez que lo intentaba, había probado en tercer año que es cuando se puede empezar a salir de intercambio, pero no me gané la beca, después justo vino la pandemia, ahí aproveche de hacer movilidad online en la Universidad de Guadalajara, una excelente experiencia, pero seguía con las ganas de viajar al extranjero a conocer otras realidades. Así que apenas se abrieron nuevamente las becas postulé y esta vez si la obtuve.
-¿Por qué elegiste esa Universidad?
Por los ramos que ofrecían. Era la que tenía ramos más interesantes para mí dentro de las universidades de la Unión Europea que contaban con convenio vigente con la UTEM.
-¿Cómo fue la experiencia en lo propiamente académico?
En temas académicos es parecido a la UTEM. Lo bueno es que puedes conocer miradas diferentes, porque los casos de estudios son distintos, es más de la mirada de la cooperación internacional europea, entonces eso te abre otra mirada. En infraestructura, es otro nivel: las salas, los laboratorios, los espacios para el deporte y recreación.
-¿Y en lo personal?
En lo personal fue espectacular, partiendo por el hecho de ir a una ciudad, un país y un continente nuevo, sin ninguna red de apoyo y tener que valérselas por uno mismo. También es positiva la experiencia de conocer tanta gente, porque allá está el programa Erasmus que es de intercambio europeo, por lo que éramos 200 estudiantes de intercambio. El choque cultural de un día estar en una mesa con gente de 14 países distintos, hablando idiomas distintos, es muy bacán. Es impresionante vivir esa experiencia y conocer esas culturas.
-¿Frente al costo de la vida en Europa cómo lo hiciste?
El costo de vida es bastante alto y yo tenía el plus de estar en una ciudad más económica que las capitales como Madrid y Barcelona, pero como siempre estuvo en mis planes irme, tenía mis ahorros.
-¿Recomendarías a otros estudiantes que salgan de intercambio al exterior?
Totalmente. Creo que es una experiencia espectacular, tanto académica como personal. Les diría que aprovechen de tomar las becas que hay, porque existen varias a distintos países y de verdad es una experiencia que no van a olvidar nunca. Entre todos los que estábamos de intercambio hablábamos que estábamos creando historias que después íbamos a contar cuando estuviéramos viejos.