Son las 17.00 de la tarde y Valentina sale de su trabajo, en Moraga Höpfner Arquitectos. Lleva un mes trabajando como arquitecta en Puerto Varas, en la Región de Los Lagos. Instalarse en ese lugar “fue una decisión rápida, sin tantas vueltas”, tras conocer esa ciudad “llena de encantos” en la que después de una vacaciones decidió no volver más a Santiago. Sale de la oficina para dirigirse junto a unas compañeras a comprar pasteles, pancitos y diferentes cosas para tomar once a los pies del lago. Valentina explica que no sabe si es la vida que soñó, pero que es lo que quiere hacer y así toma sus decisiones desde que vivió su paso por Europa en el 2019.
¿De dónde nace la idea de estudiar en el extranjero?
Fue por una profesora, Macarena Pino, quien me recomendó la Universidad Politécnica de Cataluña. Me dijo que tenía las capacidades para postular y ganarme una beca y que era una excelente oportunidad. Iba en segundo año y hasta ese momento yo no tenía idea de los intercambios, para que pudiera postular el siguiente año a la beca y los beneficios que entrega la Universidad.
¿Qué te motivó a postular?
Más que lo académico o curricular, que es lo que ve la mayoría, fue como la perspectiva de crecimiento personal. Sentía que estaba en una zona de confort, donde si bien me iba bien en los ramos y tenía buena relación con mi familia, sentía la necesidad de vivir sola mientras estudiaba y no solo cuando terminara la Universidad. También nace la idea por el tema multicultural, siempre me han llamado a la atención las diferentes culturas, ya sean dentro de Chile, como la gran Zona Norte, Centro, Sur y Patagonia, como en el extranjero. Eso también me llamaba la atención de España, lo que también se conecta con la arquitectura como disciplina.
¿Por qué elegiste esa Universidad?
En España existen dos tipos de Arquitectura: la Arquitectura Técnica y la Arquitectura Superior y la Superior es la que conocemos nosotros cuando estudiamos aquí en Chile. En Cataluña existe un estándar de educación alto y yo quise tomar ramos que no se implantan aquí, para aprender cosas nuevas. Bueno, hay cosas que me han servido mucho y otras no tanto, porque evidentemente tenemos diferentes formas de ciudad y normativa.
¿Cómo fue la experiencia en lo propiamente académico?
El hecho de tomar asignaturas diferentes, que quizás no aplican en Chile e incluso no me las convalidaron, me ayudaron a abrir la mente en términos profesionales y poder ver cosas más técnicas de la arquitectura, o con mayor profundidad que en Chile, y eso si lo utilizó en mi vida profesional.
¿Y en lo personal?
Fue muy enriquecedor. Me hice amigos de Italia, Francia y diferentes lugares de mundo, y obvio España. Eso me ayudó a ver una diversidad de culturas, que era lo que yo quería. Cuando me tocó hacer la tesis, tuve grandes amigos que me daban apoyo, me ayudaban con los programas para los trabajos y las entregas. En momentos de estrés, hubo mucho compañerismo. Siento que aprendí y crecí como persona. Allá no existe la competencia de quien es mejor, sino que es un crecimiento en conjunto: yo sé cosas que tu no y viceversa. Allá uno está solo, no tiene a sus papás, no tienes a tus amigos y estas personas se vuelven tu familia.
Hoy siento que puedo empezar de cero en cualquier parte. Un día vine de vacaciones a Puerto Varas y ahora estoy trabajando aquí. El intercambio me sirvió para eso: para saber que puedes hacer tu vida donde tú quieras y donde creas que puedes estar feliz.
¿Con que te quedas?
Primero que todo, con los idiomas, que es todo un mundo, y con mis amigos que hasta hoy conservo. En lo profesional, la arquitectura de la zona, que es muy distinta a la chilena, y poder conocer esa realidad: Gaudí, la Sagrada Familia. Como que se te abre la cabeza o, al menos, a mí me pasó eso.
También me sirvió en mi personalidad el hecho de atreverme a hacer las cosas: por ejemplo, lo que hice ahora que me vine de vacaciones, me gustó, postulé y ahora estoy viviendo aquí. Es decir, lograr darme cuenta de que puedo hacer mi vida en cualquier parte del mundo y adaptarme.
¿Recomendarías a otros estudiantes que salgan de intercambio al exterior?
Obvio que sí. Las personas crecen, tanto personal como profesionalmente. Se desarrolla mucho la empatía, porque, por ejemplo, yo veía que en Chile era la mejor nota de mi curso y me creía la muerte. Llegue allá y todo el mundo hablaba inglés, hablaba catalán, conocían muchas culturas distintas, me saque notas que nunca pensé -un 0,8- y fue un golpe, pero me ayudó a crecer.
Agradezco el intercambio internacional. Creo que gracias a eso hoy me atreví a vivir en una ciudad maravillosa, comenzar una vida aquí sin conocer a nadie, estoy feliz, tengo el lago a unas cuadras, hay cosas ricas para comer, los paisajes son maravillosos, en poco tiempo he conocido mucha gente linda y conseguí un trabajo en donde estoy aprendiendo mucho. Creo que si no hubiera vivido la experiencia en España, no me atrevería a hacer ese tipo de cosas.